MI ECUADOR DEL ALMA

Y hoy no me levanté más ecuatoriano que ayer. De eso estoy seguro. Y nada que ver con que jugamos como nunca, para nada, jugamos como siempre lo hacemos últimamente, con la pelota en el suelo, los dientes bien apretados, la frente en alto y con los huevos bien puestos. Y esta vez lastimosamente y como nunca antes lo merecimos, perdimos. Pero así es el juego y no estoy poniendo justificaciones, porque perdimos debido a que ellos la embocaron y nosotros “casi”. Ay Carlitos Tenorio si la metías en el primer tiempo en la que tuviste… Ay como hubiéramos gritado si esa egoísta pelota que prefirió ir a encontrarse con el parante, hubiera decidido ir a descansar dentro de las piolas… ay Diosito si hasta la ví adentro… pero bueno solo queda en el plano de el “que hubiera pasado”.
Hoy después de la eliminación de mi selección (y digo “mi” porque así la siento y porque me da el derecho de haber asistido a la mayoría de partidos eliminatorios y haber gritado hasta la afonía cada uno de sus goles), no soy más patriota ni mejor persona que ayer, si un poco mas agradecido, porque al grupo de escépticos como yo, que no dábamos ni medio centavo por este grupo de futbolistas ecuatorianos, nos dieron en la cara una tras otra de las hazañas deportivas logradas por estos “africanos nacionalizados ecuatorianos”.
Con tan pocas ocasiones que tenemos para festejar y para encontrar puntos de acuerdo en este país, que anda de tristeza en tristeza y cabeza baja cada vez más. Porque no va ser motivo de festejo un juego en el cual es la protagonista una pelota. Pero carajo, a esa pelota mi país aprendió a tratarla con cariño y ella se mueve al ritmo que los nuestros le impregnan. Carajo que lindo es el fútbol alegre, ese de topar y devolverla redonda, ese de fantasía y de atacar.. y de soñar.. que lindo es ese fútbol, ese mismo es el que practica mi selección, y se me oye extraño al decirlo, porque nunca lo espere ver, y que bien, me equivoqué. Pero eso no hace que me sienta menos orgulloso.
Pocas veces estuve tan triste y emocionado por una causa deportiva nacional, más allá de la final de la Libertadores de mi Barcelona del alma, pero si, quería llorar, y putear, si porque me sentía perjudicado, si porque el fútbol otra vez me pareció injusto… y si me contuve es porque se muy bien que en el fútbol no hay justicia y que los goles no se merecen, se hacen. Pero que lindo fue faltarle el respeto a uno que otro país europeo en la cancha, si porque le faltamos el respeto a la historia y a los inventores del fútbol… porque les enseñamos a unos cuantos que el Ecuador no está en Africa y que si ellos tienen a la naranja mecánica nosotros tenemos la BANANA MECANICA, porque demostramos una vez más que cuando uno se divierte en lo que hace, lo hace mejor.
Gracias a mí mama por hacerme en este país en el que cuando uno menos espera le ganamos a Polonia y clasificamos a octavos, jugando bien, disfrutando, metiéndola y sudando la camiseta, con toquecito corto y gambeta, con caño y chalaca, con huevos y con pundonor.
Hoy después de la eliminación de mi selección (y digo “mi” porque así la siento y porque me da el derecho de haber asistido a la mayoría de partidos eliminatorios y haber gritado hasta la afonía cada uno de sus goles), no soy más patriota ni mejor persona que ayer, si un poco mas agradecido, porque al grupo de escépticos como yo, que no dábamos ni medio centavo por este grupo de futbolistas ecuatorianos, nos dieron en la cara una tras otra de las hazañas deportivas logradas por estos “africanos nacionalizados ecuatorianos”.
Con tan pocas ocasiones que tenemos para festejar y para encontrar puntos de acuerdo en este país, que anda de tristeza en tristeza y cabeza baja cada vez más. Porque no va ser motivo de festejo un juego en el cual es la protagonista una pelota. Pero carajo, a esa pelota mi país aprendió a tratarla con cariño y ella se mueve al ritmo que los nuestros le impregnan. Carajo que lindo es el fútbol alegre, ese de topar y devolverla redonda, ese de fantasía y de atacar.. y de soñar.. que lindo es ese fútbol, ese mismo es el que practica mi selección, y se me oye extraño al decirlo, porque nunca lo espere ver, y que bien, me equivoqué. Pero eso no hace que me sienta menos orgulloso.
Pocas veces estuve tan triste y emocionado por una causa deportiva nacional, más allá de la final de la Libertadores de mi Barcelona del alma, pero si, quería llorar, y putear, si porque me sentía perjudicado, si porque el fútbol otra vez me pareció injusto… y si me contuve es porque se muy bien que en el fútbol no hay justicia y que los goles no se merecen, se hacen. Pero que lindo fue faltarle el respeto a uno que otro país europeo en la cancha, si porque le faltamos el respeto a la historia y a los inventores del fútbol… porque les enseñamos a unos cuantos que el Ecuador no está en Africa y que si ellos tienen a la naranja mecánica nosotros tenemos la BANANA MECANICA, porque demostramos una vez más que cuando uno se divierte en lo que hace, lo hace mejor.
Gracias a mí mama por hacerme en este país en el que cuando uno menos espera le ganamos a Polonia y clasificamos a octavos, jugando bien, disfrutando, metiéndola y sudando la camiseta, con toquecito corto y gambeta, con caño y chalaca, con huevos y con pundonor.
Jugamos a lo ecuatoriano y perdimos a lo Beckam.
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