EL CLAN

martes, julio 25, 2006

SINDROME TELEFONICO

Yo creo que deberían revisarse sociológicamente a profundidad los beneficios y perjuicios que han traído las telecomunicaciones avanzadas de nuestra actualidad y que para tal efecto en este estudio científico se constaten cada una de las consecuencias que la “era de las comunicaciones” trajeron a nuestras complejas realidades personales. Pero cuando me refiero a todas las consecuencias me refiero a TODO, no solo a la conveniencia de acceder a información y tener comodidades de comunicación instantánea, sino a lo que representa dotar al ser humano de herramientas de contacto inmediato y contar con medios de expresión globalizados. En el balance final quisiera que se magnifiquen minuciosamente las implicaciones actuales de poder comunicarnos a cualquier hora del día, en cualquier parte del mundo, entiendase baño de un bar, discoteca, en la arena de una playa desierta, en los manglares de una selva virgen o en la habitación de un hotel en el que se festeja una despedida de solteros.

Seguramente los adictos a la tecnología tendrán miles de argumentos para encontrar simplemente absurda mi disyuntiva, pero ellos solo saben de tecnología y yo por el contrario no se nada de eso, mas sí de necesidades corporales y meteduras de patas de borrachos.

Acaso antes de la existencia del teléfono celular existían tantos “chuchaquis morales” como los suscitados en la actualidad?...¿Se ha revisado el aumento del índice anual de relaciones que comienzan o terminan producto de la utilización de medios de comunicación instantánea (celular, SMS, chat, etc,)?... y de los que aparte como agravante son en estado etílico?... ¿Se ha medido el porcentaje de individuos sobrios y no tan cuerdos, que utilizan el teléfono celular a partir de las dos de la madrugada, en especial fin de semana?... ¿Se ha pensado cuales son las tendencias, en lo que se refiere a necesidades afectivas, que priman en llamadas a tales horas de la madrugada???... la respuesta contundente es NUNCA.

El que uno tenga acceso a comunicarse con cualquier persona a cualquier hora y en cualquier lugar no deja de ser en un principio algo beneficioso, pero como dicen por ahí, “no todo lo que brilla es oro”. Si nos atenemos a la afirmación de que “los borrachos y los niños nunca mienten”, habrá que acotar que no por eso “no dicen huevadas”. Una verdad no es siempre una afirmación socialmente correcta, por el contrario tendrá que reflexionarse acerca de que hay verdades que si uno las dice en su forma bruta o cruda pasan al campo de las groserías, de las promesas o de las propuestas indecorosas o inadecuadas. Habrá que reconocer que hay harta diferencia entre “quisiera comenzar a conocerte y llegar a ser alguien en tu vida” a proponer vía telefónica un encuentro de tercer tipo con el avistamiento del objeto si identificado incluido, sin embargo, aunque con distintas envolturas, no dudo que ambas afirmaciones versan sobre el mismo punto; la calentura masculina.

Es así que el celular se ha convertido en un instrumento de viabilidad afectiva más que de comunicación, puramente entendida, de necesidades emocionales primarias neandertales. Y en ese mismo orden se clasifican las llamadas del borrachito compulsivo, especialmente como anoté con anterioridad, en altas horas de la madrugada.

Existe ciertamente propiedades químicas en el licor, que hacen que la parte posterior del cerebro humano secrete determinada sustancia, denominada linguis facilus, sobre nuestras papilas gustativas lo que produce que uno hable demás, aparte del ya conocido efecto embellecedor, para el cual en su momento haré un análisis profundo sin embargo adelanto mi posición contraria ante la creencia popular acerca de que el embellecedor actúa en la contraparte, ósea que vuelve mas atractivo al sexo opuesto, sino que por el contrario nos da la ridícula sensación de que nosotros mismo somos más simpáticos, o algo simpáticos, según sea el caso, pero bueno eso quedará para otra discusión.

Retomando el tema de las llamadas, habrá que reconocer que si la necesidad de comunicación pasa por lo meramente sexual, ósea en miras de arrimarle el mudo a alguien, seguramente exista un grupo preclasificado de contactos dentro de la agenda telefónica, que ante una llamada atiendan presurosamente a los requerimientos de cariño (las 24 horas del día, los 7 días de la semana incluido feriados, 365 días del año), contando para esto con una respuesta casi siempre favorable y con una amabilidad envidiable de servicio al cliente. En algunos casos se puede encontrar en los teléfonos un grupo predeterminado de contactos denominado “culitos” para mayor facilidad de ubicación.

El otro tipo de necesidades afectivas canalizadas a través del teléfono son el desahogo y la melancolía, materializados en la famosa llamada a la “ex”. Llamada para cojuda esta. Aunque existen los casos en que estás llamadas buscan el regreso de la amada que se fue (mejor dicho que nos dejó por una llamada inoportuna a otra), la mayoría de veces no buscan ningún regreso o restablecimiento de relaciones formales, sino que por el contrario buscan reafirmar el poder y el territorio del “macho”. ¿Si o no que aún cuando estás con tu pelado te acuerdas de mí? Suele ser la pregunta. “Si yo se que aún me quieres y cada vez que el te abraza y te besa sientes aún algo de mí, porque en cada beso y cada caricia siempre va a haber algo del calor de este pechito”. Con palabras menos rebuscadas pero en general así suelen ser las afirmaciones en estas conversaciones. Que primarias llegan a ser las necesidades del hombre que siempre busca reafirmar su poder o hegemonía, inclusive con personas que ya forman parte del pasado y que quizás ni se acuerdan de que existimos. ¿Pero dime que a mi me quisiste más que a el?. ¿Pero yo soy mejor en la cama o no?
En esto los hombres no somos tan evolucionados como se supondría. Mientras que los Leones y otras especies animales marcan y establecen su territorio a través de la orina, que indica olfativamente hasta donde llegan sus alcances, los hombres nos guiamos por el número de mujeres que atienden positivamente nuestras llamadas, siendo aquellas quienes constituyen nuestro territorio ganado.

Lo que marca un común denominador en estas llamadas es que sin importar que sean las 5 o las 3 de la madrugada siempre se hace la misma pregunta cojuda al hablar: ¿Estabas dormida?. No se que diablos esperamos que nos digan, pero ¿que generalmente puede estár haciendo una persona a estas horas?.

Lo que convierte más paradójico el tema es que las llamadas encuentren receptoras, es decir que nos contesten. Porque si estas iniciativas quedarían en el campo de los intentos fallidos talvez no tendrían trascendencia, pero al haber interlocutor al otro lado del teléfono ya se convierte en una aceptación de dialogo o al menos de propuesta lo que traduce en cómplices o coparticipes a quienes contestan.

En cierto punto somos victimas de nuestros propios inventos.

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