UN DÍA COMO HOY

Tomé el control remoto con afán de subir el volumen del televisor, paso previo y obligatorio para consumar el inicio de la rutina diaria. Levantarme. Pero el televisor no respondió. Insistí enérgicamente con el botón y no hubo reacción. Choqué el mando bruscamente contra el filo de la cama y este fácilmente se rompió. Quedó inservible. De pronto, abruptamente me levante exaltado, lleno de rabia, de enojo, de impotencia, con la intención de apagar la maldita televisión, aunque fuere a patadas. Me encontraba enfurecido desmedidamente, no se porque ni con quien, intentando encontrar culpables de no se que, tal vez el tema era conmigo mismo. Y si, esta vez era yo.
Estaba harto de no tener el control sobre nada, ni siquiera sobre el televisor, menos sobre mi vida. No era lo suficientemente valiente al menos para cambiar de canal cada mañana, para revelarme frente al Dios de las horas, el reloj, o aceptarme libre, como para disponer de mi vida como quisiera, sin tramos establecidos, sin formar parte de este sistema repetitivo y asfixiante. Cientos o miles de mañanas desperdiciadas, que en verdad son oportunidades perdidas, para quebrar la secuencia.
Respiré e intenté calmarme, tomar un tiempo para pensar sobre este hecho insignificante que estaba alterando mi mañana. Y decidí actuar después de tanto tiempo. No tenía porque apagar la televisión, no tenía la culpa, del todo. Con un simple click cambié de canal, y esta vez decidía yo. Me volví a acostar y no tenía la menor intención de levantarme, ni bañarme, ni comer, ni salir a trabajar, durante una buena temporada, lo había resuelto, en ese día -al menos- nada sería más importante que MTV.
Etiquetas: Diario
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