EL CLAN

jueves, noviembre 26, 2009

TODO ES CULPA DEL REDONDEO


Yo no se si será costumbre autóctona de este país esa de redondear las cifras, o si tan infeliz práctica es mundialmente popular y común. Pero en el ámbito local, que es lo que me consta, nadie ha quedado libre de ser vejados a diario como treintones, cuarentones o cincuentones. Así no mas, sin miramientos ni consideraciones, como si los años, de más o de menos, no valieren un comino. Y es que me perdonarán los adeptos a esa manía compulsiva, de asumir como enteros los decimales, pero no se por donde es lo mismo tener "tiuno" que "tinueve", estamos hablando de ocho años de diferencia (el tiempo que tomaría dos períodos presidenciales, y que con el Rafico al mando serían como la espera de Penélope por Ulises); peor aún entre tener tinueve y la siguiente cifra numérica (30-40-50 etc etc etc), que es el inicio de la siguiente década. No veo por donde asimilan como lo mismo.

Me imagino que alguna diferencia ha de haber, al menos comercialmente hablando, porque no es de gratis que todos los precios que se promocionan ahora terminen en 99 centavos, si bien podrían cerrar los números y no hacerlos con centavos.

Esto es parte, me temo, de esa política de estado de encasillar a todos en un segmento, de esa necesidad de agruparnos en nichos, en parcelas. Y me van permitir que me salga del molde pero yo no quiero pertenecer al grupo de los veintiañeros, ni al de los treintones, ni menos aún al de los amargados cuarentones. Yo soy veintinueveañero y eso me hace único (ni tanto si consideramos que seguro hay bastantes cursando esa edad), tengo una identidad generacional que no se encasilla ni con la década superior ni con la incertidumbre inferior. Soy lo que tengo.

Yo no soy -espero- resultado de una década en conjunto, como si fuere una época no mas, sino de los años por separado, uno por uno, de los días y de sus horas, soy producto de los momentos que sucedieron en esos segundos, soy víctima y beneficiario del tiempo transcurrido. Estoy hecho de momentos, pero no como medida temporal sino lo que resulta: experiencia.

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