EL CLAN

jueves, diciembre 03, 2009

SINDROMÉ GUTIERREZ


Con la derrota de la selección de fútbol del Ecuador en Chile, en la última fecha de las eliminatorias, que nos dejó fuera del mundial, además se pone fin a un ciclo. Un ciclo exitoso, por donde se lo mire, plagado de virtudes, victorias y glorias, que nos regaló el privilegio de saber como se siente estar en un mundial, no como espectadores no mas, sino como protagonistas. Un ciclo lleno de gritos enhardecidos de "Si se puede" y "Ecuador siempre primero", con tal orgullo y convencimiento que hasta nos olvidamos del "jugamos como nunca y perdimos como siempre" y de que el paquete del Tanque Hurtado, fue alguna vez seleccionado ecuatoriano. Sin temor a equivocarme ha sido la causa nacional que más respaldo popular a conseguido en estas últimas dos décadas, dejando de lado nuestros característicos defectos de regionalismo, racismo, afinidad política e ideología antagónica.



Incluso, parecía que todo lo habíamos superado, que eramos mejores después de todo, y que con motivo de las victorias deportivas y de los goles, por intrascendente que el fútbol resulte para algunos, logramos liberarnos de una buena parte de nuestras carencias de tolerancia, que habíamos evolucionado con motivo de la selección. Lastimosamente no era tan fácil el asunto, porque apenas llegaron los resultados negativos futbolísticos de inmediato aparecieron a flote nuestras malformaciones culturales intactas, y con el chuchaqui de la eliminación mundialista, de repente nos despojábamos la careta de civilizados, nos reconocimos nuevamente intolerantes, racistas y malos perdedores como somos. El pueblo quería sangre nuevamente, pedía la cabeza de alguien.

En el Ecuador, no solo en el fútbol ecuatoriano, hay un fenómeno extraño, inexplicable y curioso. Aquí se puede pasar por alto la falta de preparación para ejercer un cargo, la iresponsabilidad de quienes con fines políticos y populistas ponen a un novato dirigir un proyecto nacional, así como se puede obviar la mediocridad, pero en este país lo que no se perdona, lo que no se tolera jamás, es a los cholos; menos cuando estos están en el poder, la cholocracia que dicen. Si porque ahora nadie me va a negar que lo que se quiere justificar al desprestigiar la capacidad del técnico (y tampoco estoy para defender sus meritos), es ese sentimiento de venganza por haber permitido que diriga la selección, nuestro símbolo de orgullo y de únion, un cholo. Como Jorge Enrique Adoum explicaba años atras, durante y con motivo de la presidencia del Coronel Lucio Gutierrez "la expresión de cholocracia no pretende subrayar el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado, que eso significa "democracia", sino recordarnos y reprocharnos que los "cholos", tal como se los concibe y se los nombra con encubierto desdén, están en el poder." Esa es la verdadera cuestión del asunto me parece.

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